lunes, septiembre 30

Trabajando a los pies del Olimpo

Así son las cosas, por lo menos de momento, quizás en un año mas pueda decir algo distinto, pero ahora es la sensación que tengo, soy una esclava a los pies del monte, tratando de imaginar (sin lograrlo) como serán los dioses que gobiernan nuestras vidas y deciden nuestros destinos. Misteriosos todos ellos, imposibles de conocer, su sola existencia intimida, y si por algún milagro del destino cruzaran mis pies el camino del alguno, deberé bajar la mirada para no ofender a tan altas deidades, de quienes apenas conozco sus nombres y una que otra imagen encontrada en Internet o en algún volante corporativo en el que se difunde algunas de las brillantes ideas y creaciones de los semidioses...
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El problema es que los esclavos están tristes, sus almas se apagan, sus mentes se duermen, sus corazones se convierten en piedra, nadie recuerda que existen, a nadie le importa lo que piensen o sientan, nunca les preguntan, nunca les avisan, solo reciben una orden o reciben la noticia de hechos ya consumados, y resignados inclinan la frente, siguen trabajando y siguen esperando ¿Y que esperan? a que el Metro que pasa por ti, también pase por ellos, y no sobre ellos.